¿Luchar o fluir?

Luchar por nuestros objetivos en la vida es un concepto que está muy valorado y arraigado en nuestra sociedad; por ese motivo, en este artículo intentaremos cuestionarlo con la finalidad de reflexionar acerca de sus verdaderos beneficios.

Como ya hemos visto anteriormente, las creencias conforman una parte importante de la vida de todos nosotros; estas, son la forma que tenemos de interpretar la realidad, son las gafas por intermedio de las cuales vemos lo que sucede en el mundo. En el artículo sobre creencias ya hemos visto lo que son, de dónde provienen y hasta hemos intentado analizar si estas realmente son beneficiosas en nuestra vida o si podemos considerarlas un impedimento para ser felices. 

En el día de hoy, quiero hablar específicamente de una creencia o concepto que está fuertemente instalado en nuestra sociedad y que por lo pronto, desde mi punto de vista, merece al menos ser cuestionado y analizado. 

Para introducir el concepto, quiero referirme al Filósofo colombiano Gerardo Schmedling, quien aborda dentro del desarrollo de la ciencia que el mismo denominó “aceptología”, la existencia de tres tipos diferentes de personas: las que luchan contra la realidad sin éxito, las que luchan contra la realidad con éxito y las que aceptan la realidad, las que aprovechan lo que la vida les ofrece. 

Lo que sostiene el autor es que lo que tienen en común las personas que luchan (con o sin éxito) es que ambas sufren contra la realidad al intentar imponerse. En cambio, las que aprovechan lo que la vida les da y actúan en base a eso por intermedio de la aceptación, logran un nivel superior de desarrollo espiritual y muchas veces sus acciones terminan inspirando un cambio en los demás sin luchar contra ellos. 

Entiendo que esto puede resultar algo difícil de digerir, pero si les hace ruido (como a mi me ha hecho la primera vez que lo leí) solo los invitaría a que lo reflexionen, a que lo analicen y como decía el autor, a que lo comprueben por ustedes mismos sin creerse nada de lo que aquí está escrito.  

Desde este concepto, me gustaría comenzar el análisis acerca de lo que significa “luchar” en la vida por nuestros objetivos, de las personas o el grupo de personas que buscan sobreponerse a una determinada realidad, que buscan cambiar determinadas situaciones imponiéndose o intentando imponerse ante la adversidad. Entiendo que este es un tema delicado y difícil de abordar, por lo tanto intentaré hacerlo de la manera más clara posible, evitando hablar de grupos sino que más bien de algún ejemplo individual y dejando en claro que es simplemente una invitación a reflexionar.

Se trata de cuestionar nuestras creencias, de desarrollar ese pensamiento crítico que parece estar dormido y por ningún medio se trata de sentenciar nada, que sería justamente lo contrario, lo que solemos buscar, sentenciar las cosas de una determinada manera que nos dé “seguridad”. 

Para explicarlo mejor les voy a poner un ejemplo, y como me gusta mucho el deporte, les voy a hablar de un ex futbolista llamado Fernando, uno de esos tipos que juegan de galera y bastón, de esos que da placer verlos dentro de un terreno de juego; un exquisito del balompié.

Fernando llegó muy rápido a la cima en su carrera siendo figura en un equipo de su país, luego jugó en varios importantes de Europa, en su selección, mundiales y todo lo que se imaginen que un futbolista pueda llegar a soñar. 

Pero no todo fue color de rosas en la trayectoria de Fernando, ya en su periplo por Europa no logró la continuidad que hubiese deseado, muchas veces jugó y fue figura, y muchas otras su físico o el entrenador de turno se lo impidieron. De todos modos, esto es algo que suele suceder y hasta el momento la historia no parecería nada fuera de lo común, pero lo más difícil sucedió con la vuelta a su país, donde seguramente Fernando buscaba tener mayor continuidad y sentirse pleno dentro de un campo de juego. 

No voy a entrar en los detalles de como y cuando sucedieron las cosas, ni mucho menos intentar pensar en los motivos, pero Fernando sufrió en el transcurso de 5 años tres roturas del tendón de Aquiles, dos de ligamentos cruzados y alguna que otra lesión o dolencia de menor entidad. Los que alguna vez estuvieron vinculados al deporte entenderán que además de las diferentes fracturas que pueda sufrir un deportista, estas otras dos lesiones son de las más graves que se pueden tener e implican estar fuera de las canchas por periodos superiores a 6 meses, así que saquen cuentas de cuanto pudo jugar Fernando en ese periodo de tiempo.

La idea aquí no es juzgar a Fernando ni mucho menos, quien fue un deportista admirable con un talento extraordinario para jugar a la pelota y quién ha decidido sobreponerse a todas estas dificultades y retirarse dentro de un campo de juego. Lo que pretendo con esto no es más que analizar como interpreta la sociedad, en este caso el mundo del deporte y también la prensa, lo que sucedió con este futbolista. 

El ex jugador, tras sobreponerse a todos estos problemas físicos decidió retirarse luego de lograr jugar, sobre finales del 2020, algunos partido en un club de su país y así conseguir lo que imagino quería, retirarse jugando y no desde una camilla. Todo el mundo del fútbol ha elogiado a Fernando por su compromiso con el deporte, por su espíritu de lucha y por hacer absolutamente todo por sobreponerse a sus inconvenientes físicos. 

Fernando en este caso vendría a ser unas de las personas que luchan contra la realidad y que tienen éxito, sin entrar en el análisis de si realmente logró jugar muchos o pocos partidos, sino más bien entendiendo como éxito el lograr retirarse dentro de un campo de juego, intuyendo que este era su objetivo.

Ahora, me pregunto: ¿cuánto habrá sufrido Fernando durante todo ese tiempo? ¿habrá valido la pena? 

El hoy ha comenzado una carrera como entrenador y seguramente, por la manera en la que interpretaba el juego desde dentro, pueda desarrollarse de gran manera en este nuevo rol, o quizás en otro, eso lo veremos con el tiempo. 

La cuestión es, ¿y si la vida de algún modo le estaba diciendo a Fernando que tenia que dejar de jugar? 

Por supuesto que esto no lo sabemos ni lo vamos a saber, pero desde mi punto de vista vale la pena cuestionarlo, reflexionarlo, y no específicamente para el caso de Fernando sino más bien para cualquier situación de este tipo en nuestra propia vida. 

La sociedad en la que vivimos suele destacar a aquellas personas que luchan, que se tratan de imponer ante las adversidades, pero, ¿y si tomando otro camino esa persona pudiera desarrollarse más naturalmente? ¿Sirve realmente luchar contra realidades como esta?

Con esto de ninguna manera estoy queriendo decir que haya que resignarse ante la vida o ante los diferentes acontecimientos que puedan sucedernos, hablo más bien de aceptar y de actuar con lo que tengo, de fluir naturalmente con nuestra existencia y dejar de luchar constantemente por imponernos para cumplir muchas veces con deseos que provienen más bien del ego que de nuestra propia esencia. 

Desde mi punto de vista, tomar un camino diferente y fluir con mi propia existencia está muy lejos de significar rendirse; por el contrario, implica mucha valentía y humildad para aceptar que lo que “yo quiero” quizás no sea lo que la vida me está proponiendo. 

Existen historias maravillosas de éxito y de personas que se sobrepusieron a las adversidades para alcanzar sus objetivos, pero creo que hay que aprender a diferenciar lo que es luchar por un determinado propósito que realmente encaja con nosotros, de las situaciones en las cuales pese a que la vida nos muestra que algo no nos corresponde, nos empeñamos impulsados por los deseos de nuestro ego e insistimos innecesariamente sobre esta determinada cuestión. 

Además, me pregunto, así como conocemos estas historias maravillosas que suelen salir a la luz, ¿cuántas historias existirán de personas que hipotecan años de su vida, salud, dinero, entre otras cosas, y que no logran alcanzar el resultado esperado?

Volviendo a lo mismo que señalé anteriormente, no se trata de analizar o juzgar las diferentes situaciones de los demás, sino de observarlo en nuestra vida y comprobarlo nosotros mismos.

Solemos pensar que podemos cambiar el destino de todas las cosas y la sociedad celebra si lo logramos; así, es que hemos construido nuestras ciudades imponiéndonos ante la naturaleza, obtenemos nuestros recursos de la tierra sin pensar en los que necesitaremos mañana, destruimos nuestro suelo, nuestros océanos, llamamos a la medicina natural como medicina alternativa, le damos vida a millones de animales en el mundo, los alimentamos, los criamos hacinados y les damos medicamentos, con el único objetivo de matarlos y comerlos. 

¿No será que no sabemos respetar el orden natural de las cosas? ¿Alguna vez nos paramos a pensar en este orden? 

Podríamos enumerar infinidad de situaciones de este tipo, pero no es el objetivo de este texto, más bien nos bastaría solo con reflexionar un poco acerca del estilo de vida que llevamos, de lo impregnada por estrés, ansiedad, problemas para dormir y trastornos alimenticios, entre otras cosas, que está nuestra sociedad hoy en día. Sólo es necesario salir a la calle y observar un poco los comportamientos que tenemos, nuestros rostros, nuestras formas de relacionarnos, lo apresurados e impacientes que solemos estar, para darnos cuenta de que hay cosas que seguramente no estamos haciendo bien y que nos llevan a sentirnos y comportarnos de ese modo.

Volviendo a lo anterior y haciendo énfasis sobre la misma idea, entiendo como algo necesario a nivel de autoconocimiento y desarrollo personal el esforzarse para poder ser un mejor ser humano. Incluso, me animo a decir que probablemente sea este el ámbito que implique uno de los mayores esfuerzos, conformando así una de las tareas más arduas e incomodas de nuestra vida. 

Paradójicamente, en este sentido no solemos aplicar la creencia de la lucha, del esfuerzo; en este ámbito solemos enajenarnos de nosotros mismos e inundarnos con estímulos exteriores que nos hagan pensar en otra cosa, que nos eviten reflexionar acerca de nuestra propia existencia. 

Resulta interesante detenerse a observar un poco esta comportamiento, a nivel espiritual o de bienestar queremos todo sencillo, queremos las recetas mágicas del autoconocimiento o simplemente olvidarnos de la cuestión para no tener que enfrentarla; en cambio, al afrontar objetivos materiales o de éxito profesional, somos capaces de poner nuestra salud física y mental al servicio de obtener dichos resultados, al servicio de la productividad. 

Para finalizar, quiero resaltar una vez más que por supuesto entiendo que está bien luchar por nuestros sueños, pero tan importante como luchar por ellos es descubrir primero cuáles son realmente, detectar desde donde provienen, preguntarnos si verdaderamente van con nosotros o si son más bien un capricho, un deseo proveniente de nuestro ego. En este sentido, considero que será absolutamente trascendental descubrir nuestro verdadero propósito en esta vida, así como también tener la humildad adecuada para lograr comprender y aceptar cuando algo no es para nosotros.

En definitiva, e intentando responder a la interrogante que titula este texto (¿luchar o fluir?), considero que ambas alternativas son válidas; desde mi punto de vista, el secreto estará en comprender realmente cuando emplearlas, de qué forma hacerlo y en busca de cuales objetivos o propósitos. 

“Quien mira hacia fuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta”. CARL G. JUNG

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