Una invitación a reflexionar acerca de lo que consideramos libertad y en qué grado podemos decir que disfrutamos de ella en la actualidad.
Hemos crecido en un mundo en el que constantemente se nos dice que somos libres y que este Derecho (el de la libertad) es uno de los considerados fundamentales; así, es que podemos verlo presente en una gran cantidad de Tratados internacionales, Pactos o Convenciones sobre Derechos Humanos y hasta en las propias Constituciones de los diferentes Estados de los que formamos parte.
A modo de ejemplo, podemos recurrir a los primeros artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, siendo este el documento de referencia de mayor importancia en el ámbito de este tipo de Derechos.
Artículo 1
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole…
Artículo 3
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo 4
Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.
Más allá de lo que pueda verse reflejado en los diversos textos y de lo bonito que parece decirlo ¿es esto una realidad? ¿Realmente podemos considerarnos libres?
Por otra parte, ¿en qué consiste exactamente la libertad?
Para Aristóteles, por ejemplo, el concepto de libertad (especialmente el referido al nivel personal), presupone la disposición de una posibilidad de elegir. Una posibilidad de elegir que a su vez presupone la de disponer de elementos de juicio que conduzcan a la elección y que también requieren la posesión del conocimiento de los componentes de esos elementos de juicio, así como de la inteligencia adecuada para valorarlos debidamente y discernir acerca de la conveniencia de dicha elección. Al mismo tiempo, señala que la libertad no es absoluta ya que no es posible elegir en contra de lo que disponen las leyes de la naturaleza ni es admisible ejercer una supuesta libertad en perjuicio de otros.
¿Libertad de pensamiento?
Otro de los grandes conceptos que solemos ver estrechamente vinculados al de libertad, del que también podemos leer y escuchar mucho, es el de la denominada libertad de expresión. En relación con él mismo, me gustaría destacar que prácticamente nunca consideramos a la libertad de pensamiento como algo trascendental o directamente vinculado a dicho concepto.
Ya hemos desarrollado con anterioridad en otros artículos, como en el que abordamos la polarización, o las creencias, la forma en la que nuestro entorno, el sistema educativo y la sociedad, nos comienzan a inculcar desde nuestros primeros contactos con el mundo muchas de las normas y creencias que están establecidas. Rápidamente esas mentes libres e inocentes que tenemos de niños, abiertas a todos los nuevos descubrimientos, comienzan a ser adoctrinadas con unas determinadas estructuras, unas determinadas maneras de entender las cosas que se supone hemos aceptado como sociedad y que están preestablecidas a nuestra propia existencia.
Las creencias de nuestros padres, las de nuestro entorno, la educación formal desarrollada a través del sistema educativo, van moldeando nuestra forma de actuar y de pensar.
En la mayoría de los casos recibimos una educación muy limitada, totalmente orientada hacia unos determinados objetivos que probablemente sean ser funcionales a un sistema que desde mi punto de vista está en completa decadencia. Esta última situación, la podemos ver reflejada en aspectos como el descontento social que nos rodea, la enorme deuda adquirida por los diferentes Estados y las consecuencias que está generando y que generará en nuestro entorno el cambio climático.
Actividades como la expresión corporal, la artística o el desarrollo de nuestra creatividad son prácticamente nulas en la educación formal, ni hablemos de técnicas de respiración, de meditación o de aspectos tan fundamentales como las finanzas personales, las inversiones, o la inteligencia emocional y el autoconocimiento.
Si llegas al final de este proceso educativo y tienes ganas, dinero y tiempo, puedes elegir “libremente” con estas pobres herramientas de las que te han dotado, en una edad dónde probablemente no tengas las cosas muy claras y bajo la influencia de tu entorno, una carrera Universitaria.
¿Libertad económica?
Sino tienes esta posibilidad o no quieres continuar estudiando, seguramente tengas que trabajar de lo que toque y haga falta. Emplearás unas 8 o 9 horas de tu día (más el traslado, en el mejor de los casos) en una tarea que muchas veces no tiene ningún sentido para tí, pero “es lo que toca”; lo que toca para pagar el alquiler, la ropa nueva, la televisión, el coche y todas las cosas que sean capaces de venderte a través de todos los medios disponibles, ya que estamos la gran parte de nuestro día con la cara frente a una pantalla.
Entonces, dentro de las posibilidades que nos hayan tocado, condicionados por la suerte que hayamos tenido al nacer (algunos más, otros menos), deberemos trabajar de lo que podamos, ya que como señalamos, será necesario pagar mínimamente alguno de estos gastos que al parecer están vinculados a nuestra propia existencia.
Otros de los ítems que serán necesarios agregar a nuestra lista de gastos son los denominados impuestos, que por su propio nombre, nos indican que justamente no son una acto de libertad (tienen carácter obligatorio, son una imposición). Y hablando justamente de impuestos, podemos introducir aquí también a otros de los factores implicados en el desarrollo de nuestra libertad: los sistemas de pensiones. Un mecanismo que se nos vende en concepto de ahorro para nuestro futuro y que en realidad, en la mayoría de los casos, no son más que otro impuesto al trabajo.
Sí, es verdad que nos dan un supuesto derecho a futuro (si es que no nos morimos antes) que va a depender, entre otras cosas, de cual sea la situación del Estado que lo provee en ese determinado momento, de la apreciación o depreciación de la moneda en cuestión y de la inflación. Si no logran darse cuenta o les cuesta imaginar lo que les planteo, piensen por un momento en los jubilados/pensionados de Argentina o Venezuela en la actualidad y creo que de ese modo podrán comprenderlo.
¿Es posible pensar que uno de los intereses de la creación de los sistemas de pensiones fue tener más controlados a los ciudadanos?
La verdad es que no lo sé y tampoco pretendo detenerme aquí en este momento, pero los invito a analizar un poco quienes los introdujeron, en que determinados momentos de la historia y los problemas que están trayendo hoy en día a muchos Estados, por no decir a prácticamente todos.
De todos modos, volviendo a insistir en lo anterior, entiendo que lo más importante con respecto a esta cuestión es al menos darse cuenta de que en la mayoría de los casos esto no es un sistema de ahorro en donde se nos guarda nuestro dinero para el futuro. En todo caso, y sobre todo en los países de habla hispana, si nuestros Estados endeudados y con déficit fiscal constante pretenden manejarnos obligatoriamente nuestros ahorros, quizás sería mejor manejarlos individualmente; aunque en este caso, como les dije, hablamos de un impuesto y no es posible a priori salirse de dicho sistema.
Seguramente, podemos entonces decir que nos enfrentamos a todas estas decisiones dotados de unas herramientas escasas y que precisamente no hemos adquirido de forma libre, con un pensamiento que nos fue inculcado por un sistema establecido y por situaciones que muchas veces están, directamente, impuestas.
Por otra parte, en la educación formal, se nos inculca también la historia de un determinado Estado Nación del que formamos parte, con unos determinados símbolos y héroes de la patria que terminamos adoptando como propios y que muchas veces hasta defendemos. Más allá de los indudables lazos culturales y de arraigo que cada uno pueda tener con su país, y con toda la película que nos podamos crear con respecto a esto, permítanme decirles que los Estados Nación no son mas que otro invento del ser humano, existen mientras nosotros creamos que existen, les demos la trascendencia que tienen y los avalemos como tales.
Intermediarios, sistema financiero
Volviendo al tema anterior, el referido a nuestros gastos, nuestro trabajo y nuestro salario, surge inmediatamente un nuevo actor en nuestra vida: los bancos. Un actor que se encarga de “guardar” nuestro dinero y que hoy en día en la mayoría de lugares del mundo son indispensables para poder realizar ciertas transacciones, en las que podemos incluir hasta cobrar nuestro propio sueldo.
Estos intermediarios, que muchas veces pretenden cobrarnos por tener nuestro dinero allí o por las transacciones que realizamos; también, son los encargados de “prestarnos” dinero cuando no podemos asumir toda la cantidad de gastos que tenemos o cuando existe un defasaje entre lo que ganamos y lo que gastamos.
Será necesario señalar, aunque sin detenernos aquí en esta oportunidad, que estos intermediarios están habilitados a trabajar con aproximadamente un 10% de reservas sobre el dinero que en realidad manejan. Es decir, que si nosotros depositamos 1.000 usd/euros/pesos, estamos habilitando a estos señores a otorgar préstamos por unas 10.000 unidades de esa misma moneda en cuestión.
Como les comenté, ya profundizaremos sobre este tema en otra oportunidad, más precisamente sobre cómo está conformado el sistema financiero a nivel mundial y cómo la deuda adquirida, la situación actual de EEUU, las criptomonedas y la posible crisis que se avecina, podrían llegar a ponerlo definitivamente en jaque.
Recapitulando, nos han educado a través de un sistema centralizado de educación que generalmente responde a las directivas de un determinado plan de estudios estandarizado, que surge a partir de los intereses o intenciones del Estado Nación al cual pertenecemos. Por otra parte, la educación en nuestra casa o percibida a través de nuestro entorno tampoco es algo que parecemos elegir libremente, y particularmente estará orientada a la educación o a las creencias preexistentes que haya adquirido dicho entorno. A su vez, tenemos una interesante lista de gastos que muy difícilmente podamos evitar y que para poder sustentarlos deberemos trabajar, ya sea de forma independiente o para una determinada organización de la cual dependeremos para cumplir este objetivo. Además, estaremos obligados a utilizar determinados intermediarios como los bancos a través de los cuales manejaremos nuestros ingresos, ahorros y transacciones habituales de intercambio.
Volviendo al inicio del texto, ¿somos entonces realmente libres?
En relación con la temática en cuestión, entiendo también interesante abordar aquí el rol de las grandes corporaciones, los medios de comunicación y el propio concepto de globalización, que colaborando con fomentar una vida orientada al consumo materialista, conforman así otras de las grandes dificultades para vivir una vida verdaderamente libre.
Estas grandes compañías, los medios masivos de comunicación y los hábitos de consumo, le rinden homenaje a la individualidad de las personas que manipulan; una individualidad, que se basa en diferencias insignificantes, generando que tanto los diversos productos como las propias personas hayamos perdido totalmente esta cualidad. Al estar este aspecto (el de la individualidad) fundamentado en pequeñas diferencias triviales, las mismas toman la trascendencia de cuestiones importantes y significativas, transformando algo tan simple como la elección de la marca del agua que voy a comprar en el supermercado, como un supuesto acto de absoluta libertad.
“Si soy como todos los demás, si no tengo sentimientos o pensamientos que me hagan diferente, si me adapto en las costumbres, las ropas, las ideas, al patrón de grupo, estoy salvado; salvado de la temible experiencia de la soledad” Erich Fromm.
En cuanto a los Estados Nación ya destacados en distintos pasajes del texto (y que tampoco son el eje central de este artículo), entiendo que es posible al menos considerar, que se nos ha inculcado y nos hemos convencido de que el ser humano libre, sin control del Estado, es por naturaleza un animal despiadado, egoísta, que buscará sacar ventajas a como de lugar y explotar a sus pares con el objetivo de alcanzar sus objetivos personales.
¿Será esto algo cierto? ¿No sucede de todos modos pero en una forma solapada?
Al respecto, me gustaría al menos considerar algunas ideas de Mijail Bakunin, quién se consideraba a sí mismo un auténtico fanático de la libertad, pero no de la libertad formal, concedida, delimitada y regulada por el Estado, la cual consideró como un eterno engaño que en realidad no representa otra cosa que el privilegio de algunos fundado en la esclavitud del resto.
El autor, sostenía que la libertad es la única condición bajo la cual la inteligencia, la dignidad y la felicidad humana pueden desarrollarse y crecer; a su vez, basaba sus límites únicamente en las leyes de nuestra propia naturaleza individual, que consideraba más bien como las condiciones reales e inmediatas de nuestra libertad.
Pese a las distancias, podemos decir que en una línea similar, Erich Fromm sostiene que precisamente por el gigantesco poder y el tamaño de la burocracia estatal, militar y de las grandes corporaciones, algo que el denominaba como la <<sustitución de jefes personales por burocracias impersonales>>, el individuo ha llegado a ser más débil que nunca, pero no es consciente de su actual debilidad.
También, sostuvo que quien no adquiera el valor para la aventura del ser, encontrará espantoso el ser libre en vez de tener “seguridad”; <<estará dispuesto a entregar su libertad si la coacción le viene disfrazada, si se pinta al déspota como un padre benévolo y se le hace sentir, no como una cosa poseída, sino como un hijo amado al que se guía>>.
“Ve a la escuela. Estudia. Sácate un título. Consigue un empleo. Firma un contrato indefinido. Trabaja. Produce. Paga impuestos. Cásate. Ten hijos. Pide préstamos. Hipotécate. Escoge entre este producto o este otro. Compra todo lo que puedas. Mira la tele. Sigue la moda. Camina por la acera. Actúa con normalidad. Obedece la ley. Vota cada cuatro años. No cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer. Y ahora, repite después de mí: ¡Soy libre!”. George Carlin
Ya hemos desarrollado, en el artículo referido a lo que denominamos como la Revolución del ser, que los seres humanos hemos puesto tanto a nivel individual como colectivo, toda nuestra atención en la liberación exterior, dejando de lado esa otra que parece requerir la acción en nosotros mismos (la interior). También, hemos visto cómo a lo largo de la historia, muchas veces los supuestos liberadores se han convertido en los nuevos opresores y cómo hemos creado una nueva y solapada opresión. Una en la cual el aparato sugestionador de la sociedad y los medios de comunicación nos inundan de ideas y necesidades, llevándonos a pensar que no hemos hecho más que trasladar las cadenas del exterior al interior del ser humano.
En este mismo sentido, así como ya sostuvimos en dicho artículo, la posibilidad de superar el autoengaño, la codicia y el egocentrismo serán aspectos fundamentales para liberarnos de esa opresión interna, para luego poder proyectar esto a nivel colectivo y construir así un mundo mejor. Estos cambios, seguramente nos impulsarán hacia la posibilidad de adquirir una mayor libertad, pero también, indudablemente, requerirán de una mucho mayor responsabilidad individual.
Nuestros esfuerzos por adquirir consciencia, desarrollo personal y una idea de nosotros mismos y del mundo que respondan a la realidad, tendrán estrecha relación con nuestra liberación a nivel socioeconómico y con la posibilidad de construir, a nivel colectivo, un mundo más justo y sobre todo, sostenible.
Por lo tanto, entiendo que será crucial en este camino la firmeza que podamos adquirir, basada en una suficiente percepción de la realidad y en esta liberación interna tan necesaria para nuestro óptimo desarrollo del ser. Mientras más desorientados estemos, más inseguros y mas necesitados de ídolos ante los cuales inclinarnos buscando seguridad, buscando la mágica solución a nuestros problemas siempre en el exterior de nosotros mismos, totalmente aterrados a la idea de libertad.
En cambio, cuanto mayor sea nuestra percepción de la realidad, más independientes y libres seremos y en mayor medida podremos encontrar dentro de nosotros el propio equilibrio que tanto buscamos.
Para finalizar, quisiera hacer una mención especial a Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco, creador de la logoterapia, quien estuviera entre 1942 y 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz y Dachau. El autor logró sobrevivir, pero no así su mujer, sus padres, su hermano, su cuñada, ni muchos colegas y amigos; a partir de esa durísima experiencia, nos ha dejado un gran legado a través de su libro “El hombre en busca de sentido”. En esta obra, entiendo que una de los mensajes más potentes que nos ha regalado, es el que sostiene que al ser humano se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal con la cual uno enfrentará cualquier tipo de circunstancias que se le presenten; para así, finalmente, decidir su propio camino.
Es decir, que pese a las cosas que puedan sucederte o a las circunstancias a las que debas enfrentarte, nadie podrá arrebatarte la libertad de elegir cómo enfrentar estas determinadas situaciones o la actitud personal que adoptarás ante las mismas para poder tomar tus propias decisiones.